EXTRACTO
INTERLUDIO DE DESPEDIDA
Como una estrella,
desde el pasado
me sigue llegando tu luz,
pero entre nosotros
solo media el vacío
y tu desdén sideral.
Ya no me ves
aunque a ciegas te abrazo,
y todo es negrura insalvable.
Aunque frío y desolado,
soy satélite que orbita
por tozudez en tu estela,
oculto por la luz de tu odio.
Pero si alguna vez
por la noche
buscases en mi orfandad,
verías que es tu luz la que reflejo
y que mi amor, por ser mortal,
es –sí, lo sé– fugaz
y pese a todo cósmico.
FUENTE EN EL BARRANCO
¿En qué momento decide la hoja
desprenderse del árbol
y caer?
Irrevocable e intrascendente,
así se manifiesta a cada instante
la naturaleza.
Nada en el bosque es contable,
ni las horas ni los segundos,
ni el agua ni los silencios.
Las ramas secas de los robles
apuntan a la nada estéril,
pero ¡es tan bella su fragilidad caduca!
Un tordo se posa en el suelo
con la sorpresa primigenia
de un ángel juguetón caído
pero gesto eternamente repetido.
Destrucción e inmovilismo,
y una armónica indiferencia
alienan la fragilidad del hombre
al que hirió en el pasado
la picadura de la conciencia.
Nada dicta ni dirige
el errático vuelo de la mariposa.
La quietud empecinada de los árboles
y su silencio catedralicio
nada significan, nada importan.
Enciende de verde los helechos
luz que no se mueve y que penetra,
y solo el aire, ese océano invisible,
se mueve por la piel y los sentidos.
EL AUTOR
Nací en Barcelona en 1969, el mismo año en que el hombre pisó por vez primera la Luna y el mismo año en que los Beatles dieron su última actuación en público en el tejado de la discográfica Apple Records. Viví y estudié allí hasta licenciarme en Filología hispánica por la Universidad de Barcelona, mientras veía cómo aquella ciudad y aquella autonomía se convertían en una dictadura nacionalsocialista con el beneplácito y la complicidad de los sucesivos gobiernos centrales, y se perseguía a todo el que se sintiera español.
Huí de aquella ciudad de rinocerontes en 1992, durante los Juegos Olímpicos que Cataluña intentó utilizar como exaltación del régimen, igual que hiciera Hitler en Alemania en 1936. Me mudé a Zaragoza, patria chica de adopción de este judío en la diáspora, donde cumplí con el rito biológico de enamorarme, casarme y tener hijos, y con el reto de vivir dignamente siendo autónomo, que es como decir ciudadano de segunda. Desde ese momento trabajé de traductor de inglés para múltiples editoriales y no he dejado de escribir poesía, razón profunda de mi existencia y causa última de verme donde hoy me veo: separado de mi mujer y lejos de mis hijos –Titania y Umbriel–, ex miembro de la Tertulia literaria de El Pato Loco de Barcelona, rechazado por las musas y llevando una vida seminómada entre el campo, la ciudad y el mar, más herido, más libre, más sabio, siempre inestable… Libertad que permea en cuanto escribo, sujeto solo a las normas de crear belleza poética y ser fiel a la experiencia vital y biográfica.
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