Se ve que el género humano necesita siempre no solo cubrir sus propias necesidades a cargo de lo que sea, sino además justificar el valor de cada existencia con un sentido meramente práctico, por lo cual todo el que vive ha de merecerlo, es decir, servir para algo, vivir a cambio de resolver parte de su propia existencia. Vistas así las cosas, Rudyard Kipling argumenta que el gato convenció al hombre de que sus ronroneos, por ejemplo, eran capaces de dormir a los niños, sus cabriolas servían para divertirlos y su agilidad le permitía protegerlos de los ratones… Pero creo que el gato es todo eso y más. Siempre descubrimos en ellos nuevas posibilidades y ese es su mayor encanto, esa es precisamente su mayor utilidad. Si los gatos se extinguieran sería como matar a la gallina de los huevos de oro, o destruir todos los museos con sus tesoros escondidos. El gato siempre nos ofrece mundos nuevos y el encantamiento de presenciar sorprendentes espectáculos de infinita gracia y belleza.
El gato, en definitiva, es un fenómeno artístico de Dios.
El gato sirve para darnos gloria y humanizarnos.
LA AUTORA
Aida R. Táboas nace en Lisboa y reside en Benicàssim (Castellón). Realizó sus estudios de Filología Románica en la Universidad de Santiago de Compostela. Se ha dedicado a la enseñanza, habiendo desarrollado su labor también en el campo publicitario, la ilustración y como traductora. Poemas y relatos suyos han sido incluidos en diversas revistas especializadas, así como en antologías, como Queimar as meigas (Torremozas, 1988), Poesía de Galicia (1990), Voz e voto (Homenaje a Celso Emilio Ferreiro en el 10º aniversario de su muerte, 1991), Madinat-Al-Zhara (1992), Los poemas de la Alberca (1977). Asimismo, formó parte de la dirección de la revista Follas secas.
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