El hachís de Estambul
En un momento en que todo iba mal, decidí viajar en solitario a Estambul, de mochilero.
Aeropuerto de Barajas…
Llegué a Estambul…
Y, con una excelente guía de viajes, me dirigí al hostal de la juventud.
Los colores, los olores, los sabores (pues no tardé en tomar un kebab callejero).
Pasé dos días conociendo la ciudad y, cómo no, acabé andando con unos traficantes de hachís, a los que compré el mejor costo que he probado en mi vida.
Desgraciadamente, unos españoles del hostal me denunciaron porque decían que les había robado un bolsito con dinero.
Os juro que era falso.
Cuando ellos fueron a denunciarme a la policía, yo me dirigí a la estación de autobuses y tomé uno para Antalya.
¡Salvado!
Lo que es la casualidad: Años más tarde vi en la capital española a uno de mis denunciantes. Pensé por un momento en romperle la cara pero… no valía la pena.
Así es que llegué a Antalya.
Una de las playas más hermosas que he visto en mi vida.
Recuerdo como si fuera hoy el tono anaranjado del anochecer.
Alquilé una cabaña que estaba situada en los arenales de la playa.
Y en ella fui bautizado.
Os cuento. Desnudo, salí de la cabaña, después de fumarme dos porros…
Era libre. Corrí sin descanso por el arenal. Siempre con un ojo puesto en la cabaña. No fuera ser que me perdiera y no fuese capaz de regresar.
Sería una situación ciertamente surrealista tener que ir a un hotel desnudo y, en inglés y algo de alemán, explicarles lo que me había pasado
El caso es que yo seguí corriendo con los brazos extendidos. Y, por momentos, era un pájaro.
Por aquel entonces yo no sabía si era un escritor en pleno éxtasis o bien un mochilero colgao y desequilibrado.
Lo cierto es que, por aquel entonces, yo leía muchísimo (gran parte de mi mochila eran libros) y escribía en una libretita que con el tiempo he perdido).
Pero fue, como diría, entrar en el cielo por la puerta grande. Espíritu.
Y ese espíritu me acompañaría por espacio aproximado de un año.
Antes de ir a Turquía, había estado ingresado en la compostelana clínica del doctor Arrojo.
Era, pues, un enfermo: neurosis con tendencia a la toxicomanía.
Así pues, como nada podía irme peor, decidí viajar en solitario para reencontrarme.
Y eso fue lo que ocurrió.
Encontré el espíritu.
Con mi linterna, leyendo poesía en la cabaña de Antalya.
Corriendo desnudo por el arenal.
Hablando, mal que bien, con los turcos.
Fumando con ellos.
Pero lo cierto es que en Antalya yo pasé una semana en la que mi relación con el prójimo se limitaba a pedir comida y devorarla ansioso.
Todo era Paz. Todo Belleza.
Yo, por aquel entonces, era invadido por constantes escenas de la clínica que volvían a mí y que no me han abandonado jamás.
Según corría por el arenal…
Esos rostros, esas surrealistas conversaciones…
Todo era espiritualmente somatizado en la playa de Antalya.
Volví a nacer, pero con más fuerza.
Era libre y volaba. Por encima de mis preocupaciones. De mi pasado.
Como dios me trajo al mundo, desnudo de ropa y alma.
Y siempre sería recordada Antalya como el lugar en el que fui espiritualmente bautizado.
Mis escritos los perdería, pero la creación había tenido lugar.
Nacía un escritor. Si bien yo pensaba que era un pobre colgao.
Y eso era…
Un escritor colgao en busca de sí mismo.
EL AUTOR
Adolfo Suárez-Vence Cabanillas. (Kiko Cabanillas).
Nacido en Madrid en 1966.
Estudié la carrera de Periodismo en el CEU de Claudio Coello en Madrid.
En tercero de carrera viajé a India donde trabajé de Voluntario de la Madre Teresa de Calcuta.
Terminé la carrera en 1992. Trabajé desde tercer año en el Diario El Independiente. Y en cuarto en la Escuela de Prácticas del ABC -en la sección de Cultura-. Colaboré con la revista Interviú e hice un programa de radio en la emisora del colegio mayor San Pablo.
Durante la carrera impartí clases para lograr el graduado escolar a mujeres mayores de 65 años.
Trabajé en la Voz de Galicia hasta el 1994, año en el que sufrí un accidente automovilístico que me causó una discapacidad absoluta y una minusvalía del 67 %..
Aún así seguí colaborando en la Voz de Galicia. Y trabajé con la revista GAM.
Asimismo trabajé en la Cruz Roja como voluntario. Impartí clases de apoyo escolar a colectivos desfavorecidos. Y trabajé en la ONG Ecos do Sur, de ayuda al inmigrante, con los que ya había trabajado un verano con Cáritas. Finalmente presidí la citada ONG durante cuatro años.
En la actualidad trabajo como periodista en Ecos do Sur -realizo un blog- y soy profesor de español para inmigrantes.
A lo largo de la carrera viajé mucho por países en desarrollo: India, Nepal, Marruecos, Turquía, México.
También soy fotógrafo aficionado. Todas las fotos de mis publicaciones las hago yo.
Además escribo, con siete libros publicados:
“Sueños de Nilson”, “Relatos de un iconoclasta”, “Viaje a utopía” y “Raptos místicos” son obras suyas.
“El mercado de San Agustín”, “Perdonen soy un poeta” y “Underwood”” son sus poemarios.
Además de obras periodísticas como “Ferias y mercados en la provincia de A Coruña”.
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