En El latido del infinito, el poeta Antonio Gurrea contribuye a esa elevada y titánica tarea de expresar lo inexpresable.
Un gran diapasón universal que todo lo ordena, donde se encuentran el ser y el ser verdadero,
y la única manera de acceder a él es a través de las palabras. A través de las palabras se crean los sutras, colecciones de aforismos cuyo significado se completa en su continuidad. Esta continuidad lleva al encuentro de Atman (ser del hombre) con Brahaman (su origen y destino).
Es así como a través de las palabras el poeta teje una red en la que lo inefable se une con los cotidiano, y el día a día con el destino. Para ello recoge la tradición de los grandes maestros de todas las tradiciones como Patanjali, Sidharta Gautama, Nagarjuna o Hui Neng.
Antonio Gurrea-Nozaleda Carmona
Nace en Madrid en julio de 1958; desde muy pronto sospecha que la vida es un milagro… A los 12 descubre la emoción de la literatura: Kim, de Rudyard Kipling, y Federico García Lorca, marcarán ya para siempre sus anhelos de duende y aventura.
En los ochenta, la transición se mezcla con su juventud y el horizonte se hace ilimitado. Su lado práctico le permite licenciarse en Ciencias Empresariales, aprobar una oposición, y vivir, ya con su pequeña familia, durante nueve años la aventura de Nueva York.
Desde el año 96, ya con un MBA, regresa a España y se hace cargo de la empresa familiar. Tai chi, Chi kung, yoga, meditación, gnosis, mística… le interesa cualquier forma de acercarse a lo sagrado; y sobre eso escribe, de cuando en cuando…
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