Eulalio, antes de dedicarse a la política y a la gestión cultural, aunque después de escribir poesía y devorar libros (que siempre lo hizo), fue funcionario de prisiones y cursó estudios superiores de Criminología. Vital y técnicamente, cuando se adentra en los laberintos de la delincuencia, tanto en sus aspectos y fundamentos psicológicos como en los urbanos, familiares y sociales, sabe de lo que habla, lo ha vivido. Él ha estado en la vanguardia de ese duro frente, ha escuchado las voces del arroyo y por ello su propuesta, entre el realismo y la utopía, trasciende las fáciles recetas demagógicas de las políticas al uso.
Su particular diccionario transmite y explica el habla de las prisiones y reformas, cuyo argot padre es el caló, según Eulalio: «caliente o calorro, descendiente de la antigua germanía; jerga propiamente delincuencial, un lenguaje capucha».
Extracto del prólogo de Antonio Lázaro Cebrián
Eulalio López Cólliga nació el 18 de diciembre de 1950. Fue el cuarto y el primer chico de una familia de agricultores.
Su padre iba con un par de mulas y el mozo con otro a labrar todos los días. No quería que sus hijos siguieran su ejemplo. Sus inicios literarios se remontan a 1958 o 1959. Una redacción sobre los 13 de la fama de Pizarro que fue premiada con un viaje a… Se murió su abuelo Eulalio en 1960 y no pudo hacer el viaje.
En su casa, su padre como juez de paz recibía la Ofensiva o Diario de Cuenca. Todos los hermanos reñían por leerlo. En la escuela siguió estudiando por libre hasta los catorce años leyendo unos libros sacados del baúl de sus abuelos: Historia de Roma, La batalla de los Castillejos, Masaniello, el Cantar de mío Cid, Orlando enamorado, Orlando furioso y todos los clásicos como Lope, Calderón, Cervantes, Santa Teresa, Quevedo, etc.
En 1964 se trasladó a Cuenca y se encontró con un gran profesor de literatura: Jesús Bustos. Tres años en la capital viendo cómo nada se movía. Se fue a Madrid. Primero pasó por la Escuela Superior de Ingenieros de Caminos, después por Industriales, y tenía que hacer la mili. En Cerro Muriano (Córdoba). Era una época donde en España ya no había trabajo para todos, así que tenías la emigración o coger lo que te ofreciesen. A él le ofrecieron trabajar en Carabanchel, y allí se fue.
En la mili le concedieron un premio de poesía en La Reina Nº 2 por un poema a los fusileros. También tiene escritos sobre las maniobras ORELLANA-78. De estos años son sus primeras poesías que ha reunido en un libro aún por publicar.
Carabanchel, el Refor, Albacete y Cuenca. Esa ha sido su trayectoria profesional en prisiones, y de ahí surgió La España Mandinga, la auténtica, la real, genuina, esperpéntica y tragicómica. Desde 1985 ha ejercido de Jefe de Servicios en la prisión de Cuenca.
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