“Los besos están prohibidos” es una recopilación de textos escritos en la época del confinamiento por el Covid-19: poemas, relatos y reflexiones de alumnado de la Escuela Literaria en sus diferentes cursos de Técnicas de la Imaginación, Creación Literaria, Memorias, Jóvenes Escritores, Relato Breve, Poesía, Novela y algunos escritores/as de reconocido prestigio.
TEXTOS y AUTORES
Poesía
70 millones de personas, Judith Pérez
+Amor –Miedo, Rubén Delgado García
Corrían tiempos, Laura Pitti Morales
La mirada desconocida, José Gregorio Martín Plata
Los besos están prohibidos, María Isabel Pérez González
Mi baldosa azul, Katya Vázquez Schröder
Rincón de soledad, Aranza Hernández Hernández
Una oración laica, Miguel Ángel Serrano
Narración
Abuela Elvira, Carmen G. Ramos Martín
Adicción al olor del café, Deborah Barroso Quintana
Alabemos al señor, Javier Alemán
Aplauso, Laura Dorado
A tocateja, Ciro R. Niebla
Confinamiento versus coronavirus, Ana María García Correa
Chincovid 19, Liliana Quilalo
Comuticado, Antonio Conejo
COVID39, Jesús Abreu
De mi diario en clausura, Joaquín Tena
Día 14, Meli Delgado
El coronavirus del abuelo, Juan Fernando Reyes
El planeta eres tú, Iratxe Menalbert
En la lista de espera, Elena Marta León González
Escucho llover, Carmen Hernández González
Hibernación, Vanessa Zamora
Incluido este, Guillén Berástegui de Armas
Jardinero, María de la Luz Rondón Castro
La cotidianeidad, Sonia Siverio Morales
La incongruencia en el relato, Katiuska González Campos
La revolución del orden de las cosas, Iris Paz García
Lavar sus manos, Mercedes Méndez Fuentes
Los pájaros panaderos, Sandra Lorenzo
Otros tiempos, Pepa de los Mares
Qué grande y maligno, Guillermo Cubillo
Querida Nadine, Angelo Olivier
Reflejo, Violeta Gutiérrez
Reloj, Nazayda B. Balmaseda Ramos
Separados de otra manera, Francisco Marrero
Volver a empezar, Jesús San Nicolás
Testimonio
Abrazos perdidos, Olivia Li
A todos, Carmen L. Mora
Barricadas de serie, Agustín Ramos Ferrera
Cifras millonarias, Dulce Lemos
El armisticio no es el final de la guerra, Carlos Castañosa Calvo
El tiempo se detiene, Cande Rodríguez
El silencio, Elsa López
¡Fuera, bicho!, Marisol Pérez Reyes
(In)oportuno, Daniel Suárez Acosta
¿Quién es el Universo para mí?, Rosalba Rodríguez de la Sierra
Pandemia mental, Juana Nora Suárez Benítez
Pandemias y remedios, Cristina Silvia Hansen Ruiz
Vamos a jugar: «Estado de pírdula», Isabel Casanova
EXTRACTO
Los besos están prohibidos
Ahora que los besos están prohibidos,
como dice mi madre, y por extensión, los abrazos.
Y que ella, en la casa de la infancia,
no termina de entender qué sucede.
Ahora que ir al supermercado
es casi una aventura.
Ahora que no hay rutina de despertador
con que distraer a la soledad
y es ella la que campa a sus anchas.
Ahora que los amigos siguen ahí,
al otro lado de los teléfonos,
que trabajas en chándal y calcetines
y retomas libros que esperaban en la mesita.
Ahora que las casas son pasillos,
y cuartos y ventanas,
pasillos, cuartos y ventanas,
tal vez un balcón, un patio interior,
acaso el mar o una calle.
Ahora que el miedo patrulla por las noticias y las ciudades.
Que el vacío en las cafeterías, en las plazas, en la playa
o en el barrio es tal que parece que estemos
dentro de una historia apocalíptica.
Ahora que la enfermedad
es el quid de la cuestión,
el titular de cada día, de cada tarde,
de cada noche.
Ahora que nos cubrimos las manos para salir,
que casi ni nos saludamos, que la tensión se respira
en cada esquina,
que seres vestidos de blanco desinfectan cada rincón
donde antes éramos.
Ahora que todo se paraliza
y te sigo echando de menos.
Que te creas un Wilson a lo Tom Hanks, náufraga sin mar.
Ahora que un simple paseo o un café con amigos
adquiere la trascendencia de lo inalcanzable
y la nostalgia nos hace un nudo en el estómago.
Ahora que sales a aplaudir al balcón
con vecinos y vecinas que ni sabías que existían,
por los que siguen al otro lado, en pie
para que todo sea más fácil,
y es el subidón de las siete de la tarde.
Ahora que la cotidianeidad y la dulce monotonía
suceden puertas adentro
y que no te da la gana preguntarte
por el significado o el sentido de todo esto,
qué cambiará después o no,
si seremos otros o no.
Ahora que cada casa es un mundo
con o sin niños, con gente sola,
gente con sus dolencias, sus neuras,
que se ama, que no se ama,
gente sin casa…
Ahora que vivimos como en aquella película
atrapados en el mismo día,
que han vuelto la lluvia y la primavera.
Que se mueren las flores en el jarrón.
Ahora que habrías estado paseando por Manhattan
a principios de abril,
y que esto tampoco importa ya.
Abril, el mes más cruel, que mezcla recuerdos y anhelos,
que así dejó escrito T. S. Eliot.
Los anhelos, ¿para qué?
¿Para qué soñar?
Quizá ahora, dentro de la extrañeza,
soñar tenga más sentido que nunca.
María Isabel Pérez González
#EscuelaLiteraria
#EscribirEnTiemposDelCoronavirus
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David –
ok
Pepa de los mares –
Excelente